Los pronósticos del reporte The New Plastics Economy, Rethinking the future of plastics realizado por el  Foro Económico Mundial indican que al 2050 habrá más plástico flotando en los océanos que peces. Así de desalentador será el panorama si no se reduce drásticamente la producción y el consumo de envases plásticos. El comercio se ha sumado a la cruzada por evitar el uso indiscriminado de plástico, en particular eliminando las bolsas conocidas como "camisetas" que entregan supermercados y tiendas.

Paralelamente, los países han adoptado medidas que buscan restringir y regular el uso de estas bolsas plásticas. Bangladesh fue pionera en prohibirlas en 2002, después de que se descubriera que habían tapado el alcantarillado de la ciudad generando una mortal inundación. Le siguieron Ruanda y China en 2008. A la fecha, son más de 25 los países que han prohibido el uso de estas bolsas o han aplicado algún tipo de incentivo o impuesto para disminuir su uso. La tendencia es limitar aún más las bolsas camisetas y apostar por sustitutos más sustentables.

¿Y en Chile?

En nuestro país, la primera comuna en prohibir las bolsas plásticas fue Pucón. Lo hizo en 2014 con el objetivo de "evitar la contaminación visual y del entorno que dejan las bolsas en los ríos, lagos, caminos y bosques de la comuna lacustre, cuya degradación demora entre 200 y 400 años". Fue una campaña gradual. La medida se anunció con un año y medio de anticipación, se educó a la población, durante un período se entregó solo una bolsa por persona en el comercio y luego se aplicó la prohibición, convirtiéndose en un proceso exitoso tanto para la comunidad como para los turistas.

A la fecha, ya son 46 comunas del país que decidieron por sí solas regular el uso de bolsas plásticas. En unas su comercialización está completamente prohibida mientras que en otras se trata de un uso restringido.

Sumarse a la tendencia

El comercio ha aprovechado esta tendencia anti basura plástica y ha puesto en marcha medidas que van desde el uso de bolsas biodegradables, la sensibilización de sus clientes, el uso de los tradicionales carritos de feria y vendiendo bolsas reciclables de materiales orgánicos o de mayor vida útil con diseños creativos inspirados en la economía verde.

Por su parte, los consumidores -ya más conscientes de temas medioambientales- por lo general entienden el esfuerzo por descontaminar y suelen sumarse con entusiasmo a estas campañas, aunque ellas impliquen pagar por una bolsa o acordarse de llevar una en la cartera o el auto para cargar las compras propias. La idea es sumarse de manera creativa a esta tendencia mundial.