Poliglota

Poliglota

Las clases entretenidas de inglés

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A principio de 2010 Carlos Aravena y José Manuel Sánchez abandonaron sus estudios universitarios para perseguir su sueño de emprender con una idea fija: revolucionar la forma en que se enseña inglés.

Mientras estudiaban formaron una central de clases particulares que les dio buenos frutos. Su propia necesidad de aprender este idioma, les hizo ver la oportunidad de negocio. Su olfato comercial los llevó a romper con el molde clásico de clases, con un profesor al frente y los alumnos sentados repitiendo verbos y adjetivos.

Los institutos, academias e incluso las apps que existían, todos apuntaban a la forma tradicional de enseñar inglés. Poliglota ofreció clases grupales de inglés gratuitas en lugares públicos como cafeterías y bares. Un mix de “recreos o happy hours educativos”, cuenta Aravena, su CEO. La idea gustó y rápidamente consiguieron seguidores. Pensaron en formar una central de idiomas que incluyera servicios como traducción e interpretariado, pero finalmente lo que prendió fue su modelo de clases participativas, sociales, con un fuerte énfasis en la conversación en un ambiente relajado, con un profesor entretenido experto en inglés.

Modelo de negocio

Las clases se transformaron en su mejor marketing. Seguían llegando interesados, pero aún no daban con un modelo de negocios para empezar a cobrar. Para el año 2012 ya tenían una comunidad activa, solo faltaba hacer que fuera una empresa rentable. Recibieron aportes de inversionistas como Corfo y Wayra; integraron un nuevo socio, Nicolás Fuenzalida; y empezaron a probar fórmulas para sustentarse y escalar. Probaron más de 7 modelos de negocios, lograron tener 80 mil usuarios, y en 2015 recibieron aportes de Nazca, un fondo suizo. Aún no veían números azules. Les quedaba poco oxígeno, flaqueban las energías. “Nos reagrupamos, recapitulamos nuestra vida de emprendedores e identificamos que el problema estaba en la rotación de las personas”, explica Aravena.

Confiados en que sus clases eran efectivas, se abocaron a la tarea de retener a los usuarios-alumnos. Pusieron precios, idearon planes y paquetes, pero también mantuvieron las clases gratuitas. Este esquema -opciones gratis y pagadas- en grupos chicos, agrupados por nivel de dominio del inglés, junto las clases más entretenidas e interactivas, fue lo que los consolidó.

Hablar inglés es cada día más importante para los equipos de trabajo de toda empresa, sin importar su formato y/o rubro. Para los comercios es clave, sobre todo para poder entregar una mejor atención a sus clientes extranjeros.

Hoy tienen un equipo académico enfocado en diseñar y perfeccionar las clases (no solo de inglés, también otros idiomas) y un team de ventas. Los usuarios califican a los profesores y operan con una página web transaccional con Transbank que incluso permite que la gente pueda pagar usando WhatsApp. Ofrecen clases gratis en 350 ciudades en 21 países.

En Chile ya cuentan con más de 3 mil clientes pagados y este mes abren oficinas en México y Perú. También han hecho alianzas con empresas para enseñar inglés de negocios o con otros énfasis, según la necesidad del cliente, pero siempre con su distintivo sistema social.

Aravena resume su éxito así: “La necesidad de aprender idiomas es real. Solo un 2% de la población en América Latina puede sostener una conversación en inglés, nuestro método fue disruptivo e innovador y solucionamos el problema de la barrera del idioma a un menor costo que los institutos. El 31% de nuestros clientes llega por referidos, somos flexibles y vamos haciendo mejoras constantes”.