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Experimento muestra demanda por resolver necesidades emocionales

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Somos seres racionales, pero las emociones suelen gobernar nuestras acciones, muchas veces incluso nuestras compras. Una máquina experimental dispensa packs para curar ciertas necesidades emocionales abriendo un flanco novedoso para la venta de intangibles.

Imagina que en vez de comprar un snack o un café de esas máquinas dispensadoras de alimentos, podrías comprar un paquete para distintas necesidades emocionales. ¿Un kit para estar más optimista? ¿Un paquete con algunas recomendaciones para conectarte mejor con otras personas o para ganar confianza y resolución?

En una calle rodeada de tiendas y cafés de Sidney, Australia, se instaló en forma experimental Intangible Goods (se traduce como bienes intangibles), una única máquina que partió como una instalación artístico-comercial-psicológica.

Un grupo de psicólogos propuso que en esta ciudad todos los habitantes tenían sus necesidades físicas o materiales satisfechas o al alcance de la mano. Pero que lo que más necesitaban era satisfacer otras necesidades, tales como sentirse queridos, acompañados, más relajados, con mayor energía o claridad para lograr sus objetivos.

Con esta idea, los expertos en salud mental armaron cuidadosamente 10 paquetes para una decena de necesidades emocionales. Cada uno con una serie de juegos, tarjetas, tareas, consejos, citas y otros recursos lúdicos.

Luego, pidieron a un grupo de artistas que diseñaran un embalaje atractivo que pudiera ser usado en las máquinas dispensadoras. Los artistas también procuraron dar una imagen colorida y tentadora a la máquina para llamar la atención de los transeúntes.

Con olfato comercial intuyeron que sería una buena iniciativa. Cada paquete costaba 2 dólares australianos (unos mil pesos chilenos) y las ganancias obtenidas en Sidney se destinaron a distintos centros de salud mental.

Un servicio necesario

La máquina resultó todo un éxito de ventas. Diariamente se cargaban y vendían 250 paquetes, según consignó el diario The Guardian.

Al principio, los autores de esta instalación pensaron que el éxito se debía a la novedad, pero después que llevaron la máquina a otros lugares concluyeron que en este mundo moderno, a veces deshumanizado, irónicamente una máquina sí podría servir, al menos aportar, para resolver algunas carencias emocionales y acercar la salud mental a las personas.

En Chile no existe registro de una experiencia similar a la australiana, con excepción de una que otra iniciativa surgida en el extranjero hace un par de años. Una de ellas, las catalanas Happy Pills, golosinas para adultos vendidas para curar los males cotidianos, como por ejemplo, el desamor.