Hace 6 años abrieron las puertas en Barrio Italia en un par de salas de una casa antigua. Y, desde marzo de este año, se ubican en una acogedora vivienda, que alberga 2 salas de clases, 2 cocinas, una cafetería, un jardín interior con huertos e incluso un proyecto de colmenas urbanas. Al mes ofrecen 60 talleres para todos los gustos. Del crochet a la quesería o de la enmarcación hasta la cervecería artesanal, pasando por la charcutería o la panadería chilena.

“Rescatamos y difundimos oficios para que tengan una continuidad digna y sana, no desde una perspectiva academicista, sino desde la generosidad del profesor que pone todo de sí para entregar un aprendizaje honesto”, cuenta Laura Corbalán, encargada de comunicaciones de Casa de Oficios. “También somos un lugar de encuentro, un agente de cambio, donde nuestros alumnos vienen en busca de una experiencia transformadora que les dé un mayor sentido a sus vidas”, agrega.

Conectarse con uno mismo

Sus alumnos son mujeres y hombres, que buscan conectarse con su lado creativo y terminan maravillados con las bondades de la meditación activa, que se genera al estar concentrados y absortos en alguna actividad manual.

Los talleres son grupales, pero a la vez personalizados. Cada quien avanza a su ritmo y acorde a sus destrezas. La oferta varía según las distintas estaciones en armonía con la naturaleza y se reinventa con frecuencia. Hay talleres unitarios, otros de 4, 8 o 12 sesiones. “Acá retornamos a la gente a lo básico, en un espacio donde encontrarse uno mismo y compartir con los demás”, concluye Laura.