Cada vez es más común ver a papás recogiendo a sus hijos en el colegio o jardín infantil, o llevándolos a clases extraprogramáticas o a las citas con el doctor. Este cambio se ha visto impulsado por el ingreso masivo de la mujer al mercado laboral y por cambios legales que van desde el postnatal masculino a la ley de 40 horas e incluso tomando en cuenta la Convención sobre los Derechos del Niño que estipula que niños, niñas y adolescentes tienen derecho a tener un papá presente.

En este marco, estudios de la OECD citados por UNICEF confirman que en Chile es posible observar un nuevo estilo de paternidad en el que los padres asumen un rol más activo y participativo, aunque todavía dedican menos tiempo a la crianza en comparación con las mujeres.

¿Cómo se define hoy ese “estar presente”?

Según Paolo Mefalopulos, representante de Chile en UNICEF, un papá presente es aquel que entrega tiempo de calidad a sus hijos, con amor, cuidado, de forma involucrada y disponible y atento a sus necesidades en las distintas etapas del desarrollo. “Padres cariñosos y comprometidos día a día impactan poderosamente en el desarrollo de habilidades sociales en la infancia y adolescencia, aportándoles mayor bienestar psicológico, y la seguridad de ser queridos e importantes, tan necesarias para la construcción de la autoestima. Niños, niñas y jóvenes necesitan un papá todos los días”, añade.

Hoy es un hecho que la gran mayoría de los papás chilenos no son el único sostén económico de la familia. Esto implica que las mujeres no son las únicas cuidadoras de los hijos y que esa tarea es cada vez más compartida. Pero ya no como una obligación o una imposición, sino como un trabajo colaborativo en el marco de la llamada corresponsabilidad familia, según la cual, ”ambos padres, aunque vivan separados, participarán en forma activa, equitativa y permanente en la crianza y educación de sus hijos” de acuerdo a la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (BCN).

Más detalles

Un estudio del Instituto de Ciencias de la Familia (ICF) de la Universidad de Los Andes realizado el año pasado reveló que el 83% de los encuestados a nivel nacional opina que tanto papás y mamás son responsables económicamente de sus hijos. Solo un 17% de los encuestados cree que el papá debiera llevarse un mayor peso financiero.

El citado estudio consultó directamente ¿a quién corresponde el cuidado de los hijos? La respuesta fue aplastante: un 92% de los consultados dijo que a ambos padres por igual y solo un 8% señala que le corresponde solo a la madre.

En paralelo, ante la interrogante: ¿Cree que el papel del padre es decisivo para el desarrollo de los hijos como personas?, un 73% respondió afirmativamente y un 19% opinó que no.

En este escenario, con mamás trabajando y menos hijos en las familias, los papás no sólo han estado más presentes, sino que lo están haciendo con mayor convicción, desde que sus hijos son más pequeños. Y de lunes a domingo, no solo el fin de semana.

“El estudio nos refleja una muy buena noticia: que las personas están tomando conciencia que la crianza y las labores de cuidado incumben a ambos padres y no solo a la madre. Hoy muchas madres trabajan y están en todos los ámbitos de la vida social, por lo que es fundamental que los padres se involucren de manera más comprometida y responsable en el hogar y en la vida de familia, y no solo con un rol de proveedor”, a juicio de Jimena Valenzuela, directora del ICF.

“El rol del padre es igual de importante que el de la madre en la formación de la familia y de los hijos, es necesario para el desarrollo y bienestar de los niños, influye en su manera de ser, de pensar, de actuar, de relacionarse con los demás, consigo mismo, en los vínculos que establece y su manera de querer, entre otros. Su influencia en su educación es tan determinante como la de la madre y ambos se complementan. Influye positivamente en el apego, educación, formación y acompañamiento. La ausencia, rechazo o poca relación con el padre tiene consecuencias negativas en el desarrollo de los hijos, produce inseguridad, ansiedad y estrés”, concluye la académica.